19 de octubre de 2009

la memoria (2da parte) - lucio borgna

Algunos están llegando recién. Reconociendo el terreno. Al principio las paredes desnudas y el piso recién lustrado dan esa imagen de vacío. Pero se lavan la cara y al frotarse los ojos aparecen esos dibujos y alguna mancha de comida que no ha salido. Y al aventurarse en dos o en cuatro patas, o por el aire, se chocan con los muebles que atiborran este salón. Y es que nunca es la primera vez, por más que hayan nacido un segundo atrás. Van ganando nombres. Primero pueden ser estrellas, rostro, pétalos, algún astro sin edad (crecerá). La sabiduría es pasajera y no deben aferrarse. Lentamente la habitación comienza a arquearse. Ahora depende de ellos. Deben saber qué y cómo ser.

En el Instituto Sol.

El amor es otra cosa.

Después de algunos años de convivencia, los intentos de asesinato son algo natural, casi diría, necesario. Por eso, cuando vi a Matilde levantar el hacha como para decapitarme, no me preocupé: saqué el revólver que tengo bajo el colchón, y disparé dos tiros al techo, como advertencia. Matilde, pálida, soltó el hacha. Arriba se escuchó un grito, y gruesos goterones de sangre empezaron a caer por el agujero que dejó la bala. Entonces, como a todo buen matrimonio, la adversidad nos unió: ella empuñó el hacha, yo el revólver, y subimos a exterminar a los testigos. Cuando subíamos las escaleras, le guiñé un ojo, como diciéndole: “podemos pelearnos, nos podemos odiar, pero el amor es otra cosa”. Ella me contestó con una sonrisa.

12 de octubre de 2009

la memoria (1ra parte) - lucio borgna

_ ¿Te acordás? _ Sí, me acuerdo, pero invento. _ Estábamos lejos, suele pasar, o solemos pasar. _ Yo estuve, pero no debería hablar en pasado _ Hay algunas cosas de las que me acuerdo bien, aunque haya olvidado parte o todo el cuerpo. _ ¿Por qué esta noche no empezó ayer sino hace muchos años? _ No puedo asegurar que el camino haya sido uno. _ Somos parte del plan. _ ¿Y quién de nosotros habló con el creador? _ Por capricho suyo me atraviesa este color y cada vez que miro alrededor me mira. _ No mientas. _ Es verdad, si desafilás ese cuchillo te lo demuestro. _ Ahora me voy a situar entre tus pestañas y tu ojo. Intentá mirarme. _ Entonces no tengo más remedio que ser una primera vez a partir de hoy.