15 de diciembre de 2008

Encuentros.

Por Gonzalo Geller y Erath Juárez.
Se había quedado solo. Los otros, quién sabe, dormirían. En momentos así, se podía escuchar el flujo y el reflujo del aire que respirábamos. En los enormes pasillos de la estación, cada mínimo sonido retumbaba con una potencia que siempre te hacía pensar en algo más. Las horas pasaban entre el sopor, esperando vanamente un cambio, un mínimo cambio, un detalle, lo que sea, cumpliendo como un autómata las tareas que uno tenía que hacer, y ese pensamiento, esa sensación inevitable: siempre parecía que algo estaba a punto de pasar.
Continúa en: http://forjadores.net/index.php?option=com_content&task=view&id=635&Itemid=77

No hay comentarios: