29 de diciembre de 2008
Acurrucada
entre tus sueños
en qué mar
se pierde tu cuerpo,
desprotegida, fugaz,
terriblemente lúcida
en las ciudades
que se entretejen
a tus espaldas;
te veo ir,
tus ojos cerrados al simple
sucederse de los días
tus labios todavía cálidos
de besar el silencio,
murmurando una palabra
que soy, que no soy
tu cuerpo todavía cálido
por el abrazo
de la noche y su silencio
que no lo es,
me dejás caer
entre tus pájaros sin nombre.
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